Son dispositivos que sirven para transformar movimientos bruscos de la auto en movimientos suaves.
Están hechos de tubos de aseo, sellos y empaques de hule. Cuentan con cámaras de aire. cuando son de gas incluyen también una cámara con nitrógeno a presión.
Normalmente los autos tienen cuatro amortiguadores: dos delanteros y dos traseros.
La vida promedio de los amortiguadores de fábrica es de 50,000 km. Puede ser menos dependiendo del tipo de suelo y manejo que se haya tenido.
Lo ideal es cambiar los cuatro. En caso de que solo uno de ellos se encuentre dañado lo recomendable es cambiarlos en pares: los dos delanteros o los dos traseros.
Sobre todo las piezas con componentes de hule, como: bases de amortiguadores, horquillas, bujes, rotulas, brazos, gomas, hules y cubre-polvos entre otras, que pueden ocasionar deficiencias en el manejo y en el frenado.
Cuando la suspensión esté demasiado blanda (al pasar por un tope o un bache el auto se bambolea demasiado) o demasiado dura (cuando hace ruidos raros o truena).
Cuando se escuche algún ruido raro o golpeteo.
Cuando el auto se vaya de lado.
Cuando al frenar brinquen las llantas.
Cuando el volante tenga demasiado juego.
Son dispositivos que sirven para transformar movimientos bruscos de la auto en movimientos suaves.
Están hechos de tubos de aseo, sellos y empaques de hule. Cuentan con cámaras de aire. cuando son de gas incluyen también una cámara con nitrógeno a presión.
Normalmente los autos tienen cuatro amortiguadores: dos delanteros y dos traseros.
La vida promedio de los amortiguadores de fábrica es de 50,000 km. Puede ser menos dependiendo del tipo de suelo y manejo que se haya tenido.
Lo ideal es cambiar los cuatro. En caso de que solo uno de ellos se encuentre dañado lo recomendable es cambiarlos en pares: los dos delanteros o los dos traseros.
Sobre todo las piezas con componentes de hule, como: bases de amortiguadores, horquillas, bujes, rotulas, brazos, gomas, hules y cubre-polvos entre otras, que pueden ocasionar deficiencias en el manejo y en el frenado.
Cuando la suspensión esté demasiado blanda (al pasar por un tope o un bache el auto se bambolea demasiado) o demasiado dura (cuando hace ruidos raros o truena).
Cuando se escuche algún ruido raro o golpeteo.
Cuando el auto se vaya de lado.
Cuando al frenar brinquen las llantas.
Cuando el volante tenga demasiado juego.